martes, 8 de octubre de 2013

CANJE

Canje

Es importante hacerlo

quiero que me relates
tu último optimismo
yo te ofrezco mi última
confianza

aunque sea un trueque
mínimo

debemos cotejarnos
estás sola
estoy solo
por algo somos prójimos

la soledad también
puede ser
una llama.



MARIO BENEDETTI


Ilustración: Satiiiva

ME SIRVE Y NO ME SIRVE




Me sirve y no me sirve
La esperanza tan dulce, 
tan pulida, tan triste, 
la promesa tan leve,
no me sirve.
No me sirve tan mansa la esperanza

La rabia tan sumisa,
tan débil, tan humilde,
el furor tan prudente
no me sirve.
No me sirve
Tan sabia tanta rabia.

El grito tan exacto
si el tiempo lo permite,
alarido tan pulcro
no me sirve.
No me sirve tan bueno
Tanto trueno

El coraje tan dócil
la bravura tan chirle,
la intrepidez tan lenta
no me sirve.
No me sirve
tan fría la osadía.

Si me sirve la vida
que es vida hasta morirse,
y el corazón alerta sí me sirve.
Me sirve cuando avanza
la confianza.

Me sirve tu mirada
que es generosa y firme,
y tu silencio franco sí me sirve.
Me sirve la medida de tu vida.

Me sirve tu futuro
que es un presente libre,
y tu lucha de siempre
sí me sirve.
Me sirve tu batalla
sin medalla.

Me sirve la modestia
de tu orgullo posible,
y tu mano segura
sí me sirve.
Me sirve tu sendero,
compañero.



MARIO BENEDETTI




Ilustracion: Satiiiva
EL SIGNIFICADO DEL SÍMBOLO
EXISTEN PALABRAS CON UNA ENERGÍA ELEVADA...QUE SOLO PODEMOS SENTIR AL EXPERIMENTARLAS...Y EXISTEN SÍMBOLOS QUE NOS SEÑALAN SU SIGNIFICADO...AL VIVIRLOS ENCONTRAMOS LA UNICIDAD DE ELLAS...

TODO AQUEL QUE VIVE EL AQUI Y AHORA ENTIENDE QUE ES INFINITO.
BMassiel


El que se encadena a una alegría,
destruye una vida libre;
pero el que besa la alegría en su vuelo,
vive el amanecer de la eternidad.
William Blake




Para ver el mundo en un grano de arena,
Y el cielo en una flor silvestre,
Abarca el infinito en la palma de tu mano
Y la eternidad en una hora.

Aquel que se liga a una alegría
Hace esfumar el fluir de la vida;
Aquel que besa la joya cuando esta cruza su camino
Vive en el amanecer de la eternidad.
William Blake


Irradiando generosidad en su fisonomía, me preguntó
abrazándome:
–¿Cómo está? ¿Un poco mejor?
Esbocé el gesto del enfermo que se ve acariciado en la
Tierra, ablandando las fibras emotivas. En el mundo, a veces, el
cariño fraterno es mal interpretado. Obedeciendo al viejo vicio,
comencé a explicarme, mientras los dos benefactores se sentaban
cómodamente a mi lado:
–No puedo negar que estoy mejor; no obstante sufro intensamente muchos dolores en la zona intestinal y extrañas
sensaciones de angustia en el corazón. Nunca supuse que fuese
capaz de tamaña resistencia, mi amigo. ¡Ah! ¡Qué pesada ha sido
mi cruz!… Ahora que puedo coordinar mis ideas, creo que el
dolor me aniquiló todas las fuerzas disponibles…
Clarencio oía con atención demostrando gran interés por
mis lamentaciones y sin el menor gesto que denunciase el propósito de intervenir en el asunto. Animado por esa actitud
continué:
–Además mis sufrimientos morales son enormes e
inenarrables. Amainada la tormenta exterior con los socorros
recibidos vuelvo ahora a las tempestades íntimas. ¿Qué habrá
sido de mi esposa y de mis hijos? ¿Habrá conseguido mi primogénito progresar de acuerdo con mi viejo ideal? ¿Y las hijitas?
Mi desventurada Celia muchas veces afirmó que moriría de
nostalgia, si un día yo le faltase. ¡Admirable esposa! Aún siento
sus lágrimas de los últimos momentos. No sé desde cuando
estoy viviendo la pesadilla de esta distancia… Continuas
dilaceraciones me robaron la noción del tiempo. ¿Dónde estará mi pobre compañera? ¿Llorando junto a las cenizas de mi
cuerpo o en algún rincón obscuro de las regiones de la muerte?
¡Oh, mi dolor es muy amargo! ¡Qué terrible destino el del
hombre apegado a la devoción de la familia! ¡Creo que pocas
criaturas habrán sufrido tanto como yo!… En el planeta,
vicisitudes, desengaños, enfermedades, incomprensiones y
amarguras, disfrutando escasas notas de alegría. Después los
sufrimientos de la muerte del cuerpo… Enseguida ¡los martirios
de más allá del túmulo! Entonces, ¿qué será la vida? ¿Sucesiva
secuencia de miserias y lágrimas? ¿No habrá recursos para
cosechar la paz? Por más que desee afirmarme en el optimismo,
siento que la noción de infelicidad me bloquea el Espíritu como
terrible cárcel del corazón. ¡Qué desventurado destino, oh generoso benefactor!…
Llegada a esa altura el vendaval de mis quejas condujera
mi barco mental al océano extenso de las lágrimas.
Con todo eso, Clarencio se levantó sereno y habló sin
afectación:
–Amigo mío, ¿verdaderamente, desea usted la curación
espiritual?
Ante mi gesto afirmativo, continuó:
–Aprenda entonces a no hablar excesivamente de sí

mismo, ni comente su propio dolor. La lamentación denota
enfermedad mental y enfermedad de curso laborioso y
tratamiento difícil. Es imprescindible crear pensamientos
nuevos y disciplinar los labios. Solamente conseguiremos
equilibrio, abriendo el corazón al Sol de la Divinidad. Clasificar
el esfuerzo necesario como imposición aplastante, vislumbrar
padecimientos donde hay lucha edificante, suele identificar
indeseable ceguera del alma. Cuanto más utilice el verbo para
dilatar consideraciones dolorosas en el círculo de la
personalidad, más duros se volverán los lazos que lo atan a
mezquinas recordaciones. El mismo Padre que vela por su
persona, ofreciéndole techo generoso, en esta casa, atenderá a
sus parientes terrestres. Debemos tener nuestro grupo familiar
como sagrada construcción, pero sin olvidar que nuestras
familias son secciones de la Familia Universal, bajo la Dirección
Divina. Estaremos a su lado para resolver las dificultades presentes y estructurar proyectos futuros, pero no disponemos de
tiempo para volver a las zonas estériles de la lamentación.
Además, tenemos en esta colonia el compromiso de aceptar el
trabajo más áspero como bendición de realización, considerando que la Providencia desborda amor, mientras nosotros
vivimos cargados de onerosas deudas. Si desea permanecer en
esta casa de asistencia, aprenda a pensar con justeza.
En ese ínterin, se me secara el llanto y llamado al orden
por el generoso instructor, asumí otra actitud, aunque estaba
avergonzado de mi debilidad.
–¿No disfrutaba usted en la carne – prosiguió Clarencio
bondadosamente – las ventajas naturales consecuencia de las
buenas situaciones? ¿No estimaba la obtención de recursos lí-
citos, ansioso de extender beneficios a los seres amados? ¿No
se interesaba por las remuneraciones justas, las expresiones
confortables con posibilidades de atender a la familia? Aquí el
programa no es diferente. Apenas difieren los detalles. En los
círculos carnales privan la convención y la garantía monetaria;
aquí el trabajo y las adquisiciones definitivas del Espíritu
inmortal. El dolor, para nosotros, significa posibilidad de enriquecer el alma; la lucha constituye el camino para la divina
realización. ¿Comprendió la diferencia? Las almas débiles, ante
el servicio, se acuestan para quejarse ante los que pasan; pero,
las fuertes reciben el servicio como patrimonio sagrado, en cuya
ejecución se preparan, camino a la perfección. Nadie le condena la saudade justa, ni pretende estancar su fuente de
sentimientos sublimes. Además, conviene notar que el llanto
de la desesperación no edifica el bien. Si en verdad ama a su
familia terrestre, es necesario que tenga buen ánimo para serle
útil.
Se hizo una larga pausa. La palabra de Clarencio me elevara a reflexiones más sanas.
Mientras meditaba en la sabiduría de la valiosa advertencia,
mi benefactor, cual padre que olvida la liviandad de los hijos
para comenzar de nuevo la lección, con serenidad, volvió a
preguntarme con una bella sonrisa:
–Entonces, ¿cómo se siente? ¿Mejor?
Contento por sentirme disculpado y a la manera de la criatura que desea aprender, respondí confortado:
–Estoy mucho mejor, para comprender más la Voluntad Divina.
Del Libro Nuestro Hogar
De Chico Xavier.
 


El hombre es desatento desde hace muchos siglos –tornó
a decir Lisias–; el mar equilibra su morada planetaria, el elemento
acuoso le suministra el cuerpo físico, la lluvia le da el pan, el río
organiza su ciudad, la presencia del agua le ofrece la bendición del
hogar y del servicio; entretanto, él siempre se juzga el absoluto
dominador del mundo, olvidándose que es hijo del Altísimo, por
encima de cualquier otra consideración. Pero llegará el tiempo en
que copiará nuestros servicios, valorando la importancia de esa
dádiva del Señor. Comprenderá entonces que el agua, como fluido creador, absorbe en cada hogar las características mentales de
sus moradores. El agua en el mundo, amigo mío, no solamente
acarrea residuos de los cuerpos, sino también las expresiones de
nuestra vida mental. Será nociva en manos perversas pero útil en
las manos generosas y, cuando se halla en movimiento, su corriente
no sólo esparcirá bendiciones de vida sino que constituirá un
vehículo de la Providencia Divina. Absorberá las amarguras, odios
y ansiedades de los hombres limpiando sus casas materiales y
purificando su atmósfera íntima.
Extracto del Libro "Nuestro Hogar" por Chico Xavier.



OJOS PARA VER

Raros son los que triunfan, porque casi todos estamos
aún ligados a un extenso pretérito de errores criminales, que
deformaron nuestra personalidad. En cada nuevo ciclo de
tentativas carnales, creemos mucho más en nuestras tendencias
inferiores del pasado que en las posibilidades divinas del presente,
complicando siempre el futuro. Es de ese modo que seguimos
por allá, asidos al mal y olvidados del bien, llegando, a veces, a
la disparatada idea de interpretar dificultades como puniciones,
cuando todo obstáculo traduce oportunidades verdaderamente
preciosas para los que ya tengan “ojos para ver”.

Del libro "Los Mensajeros"
por
Chico Xavier.


YO SOY LA VIDA

Yo Soy La Vida.

No tengo nombre.
Soy como la brisa fresca de las montañas.
No tengo refugio.
Yo soy como las aguas errantes.
No tengo ningún secreto, como los Dioses oscuros.
Tampoco estoy bajo la sombra de ningún templo.

No tengo libros sagrados.
Tampoco estoy comprometido a la tradición.

No estoy en el incienso.
Tampoco montado en los altares.
Ni en la pompa de las ceremonias.
No soy la imagen tallada.
Tampoco el rico canto de una voz melodiosa.

No estoy limitado por teorías.
Ni corrompido por creencias.
No estoy en la esclavitud de las religiones.
Ni en la piadosa agonía de sus sacerdotes.
No estoy atrapado por las filosofías.
Tampoco celebro el poder de sus sectas.

No soy ni alto, ni bajo.
Yo soy el adorador y el adorado.
Soy libre.
Mi canción, es la canción del río, llamado a los mares abiertos.

Errante, Errante.
Yo soy la vida.
J. Krishnamurti.