martes, 8 de octubre de 2013


El hombre es desatento desde hace muchos siglos –tornó
a decir Lisias–; el mar equilibra su morada planetaria, el elemento
acuoso le suministra el cuerpo físico, la lluvia le da el pan, el río
organiza su ciudad, la presencia del agua le ofrece la bendición del
hogar y del servicio; entretanto, él siempre se juzga el absoluto
dominador del mundo, olvidándose que es hijo del Altísimo, por
encima de cualquier otra consideración. Pero llegará el tiempo en
que copiará nuestros servicios, valorando la importancia de esa
dádiva del Señor. Comprenderá entonces que el agua, como fluido creador, absorbe en cada hogar las características mentales de
sus moradores. El agua en el mundo, amigo mío, no solamente
acarrea residuos de los cuerpos, sino también las expresiones de
nuestra vida mental. Será nociva en manos perversas pero útil en
las manos generosas y, cuando se halla en movimiento, su corriente
no sólo esparcirá bendiciones de vida sino que constituirá un
vehículo de la Providencia Divina. Absorberá las amarguras, odios
y ansiedades de los hombres limpiando sus casas materiales y
purificando su atmósfera íntima.
Extracto del Libro "Nuestro Hogar" por Chico Xavier.



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