domingo, 21 de abril de 2013

CREO EN TI, ALMA MIA





Creo en ti, alma mía, el otro que soy

no debe humillarse ante ti,


ni tu debes ser humillada ante el otro.





Retoza conmigo sobre la hierba, quita


el freno de tu garganta,


no quiero palabras, ni música,


ni rimas, no quiero costumbres


ni discursos, ni aún los mejores,


sólo quiero la calma, el arrullo de tu


velada voz.




Recuerdo cómo yacimos juntos cierta


diáfana mañana de verano,


cómo apoyaste tu cabeza en mi cadera


y suavemente te volviste hacia mí,


y apartaste la camisa de mi pecho, y


hundiste la lengua hasta mi corazón


desnudo,


y te extendiste hasta tocar mi barba,


y te extendiste hasta abrazar mis pies.




Prontamente crecieron y me rodearon


la paz y el saber que rebasan todas


las disputas de la Tierra,


y sé que la mano de dios es mi 


prometida,


y sé que el espíritu de Dios es mi 


propio hermano,


y que todos los hombres que alguna


vez vivieron son también mis


hermanos, y las mujeres mis


hermanas y amantes,


y que el amor es la sobrequilla de la 


creación,



y que son incontables las hojas rígidas


o lánguidas en los campos,


y las hormigas pardas en los pequeños


surcos,


y las costras de musgo en el cerco


sinuoso, las piedras apiladas, el saúco,


la hierba carmín y la candelaria.



Versión de: León Felipe


Walt Whitman

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